MARCH MADNESS: COMO ESA SALIDA POR UNA CHELA QUE SE SALE DE CONTROL.

March Madness esta aquí y todo inicio con St. Francis contra Alabama State, que fue como un martes en el que tu compa insiste en ir por una chela. Al principio, te resistes. Tienes chamba al día siguiente, te tienes que levantar temprano y, la neta, no andas en mood. Pero él sigue chingue y chingue, hasta que finalmente cedes.

"Solo una", dices.

Llegas al bar, das el primer trago y pum. Está fría, sabe perfecto, de repente cruzas miradas con tu amigo. No dicen nada, pero ambos saben lo que acaba de pasar. Esto no se acaba con una chela. Esta noche se va a descontrolar.

Lo siguiente que recuerdas es estar en un antro random viendo un "Martes de Perreo". No es el estelar de los jueves, es el equipo B. Al principio dudas, hasta que un split te atrapa. Ahora estás gritando, aplaudiendo, viviendo algo tan absurdo que se vuelve fascinante.

Eso fue exactamente St. Francis vs. Alabama State. Dos equipos sembrados en el puesto 16 dándose con todo un martes cualquiera. Un partido que, en circunstancias normales, nadie se molestaría en ver. Pero es marzo, la época mágica en la que hasta el peor básquetbol se vuelve bueno, con fundamentos dudosos y decisiones de tiro criminales, pero ahí está el encanto. Es puro caos, sin filtro. Es la locura de marzo en su máxima expresión.

Y por eso amigos la gente ama March Madness.

Un día estás tranquilo, sin intenciones de ver basketball universitario, y al siguiente estás pegado a la pantalla viendo a un equipo del que jamás habías oído hablar—como Fairleigh Dickinson, Oral Roberts o St. Peter’s— esto no es la NBA donde sabes que los Celtics van a ganar el 70% de sus partidos. Aquí un sembrado #15 como Princeton puede tumbar a Arizona en primera ronda. Aquí te obsesionas con la idea de que un morro universitario con bigotito ridiculo que solo promedia 8 puntos por juego va a destrozar a un prospecto de primera ronda del draft.

Si nunca has visto March Madness, este es tu año.

Si te gusta el deporte, no puedes ignorar este mes. Es un espectáculo. Es drama puro. Es la única vez en el año donde un juego aleatorio entre dos universidades de las que nunca has escuchado puede volverse la cosa más emocionante del mundo.

March Madness no es sobre básquetbol perfecto. Es sobre caos, finales cardíacos y emociones al límite.

Agarra una chela (o una agüita si eres responsable) y disfruta. Porque cuando todo se vuelva un desastre, cuando un equipo random de Nuevo México esté a punto de vencer a Duke en el último segundo, te darás cuenta:

Estás enamorado de la Locura de Marzo.